Desde tiempos inmemorables, la publicidad ha sido el agente de la socialización más importante en el mundo.
En este tipo de publicidad, el anunciante se centra en diferenciar y/o clasificar con ciertas acciones comunes ya sea al hombre o a la mujer.
Se puede creer que el anunciante lo hace intencionalmente, en casos se encuentra el sexismo muy claro como en otros casos algo oculto. En ciertos casos, se trata de demostrar una diferencia, no de géneros, sino social, ya que históricamente “los hombres son más amigos de los mismos hombres y las mujeres más amigas de las mismas mujeres”, en estos casos se trata de diferentes interpretaciones, ya que quien lo declara como una publicidad sexista es el público.
Desde la invención de la publicidad, los géneros han sido un material fuerte a explotar en la publicidad, pero con el tiempo se fue entendiendo que no todas los hombres ni todas las mujeres pensaban lo mismo. Se fue creando una segmentación más específica que sólo “hombres o mujeres de tal clase social”. Con el paso del tiempo, la sensibilidad social se ha visto incrementada, por esto es que el público analiza mucho más el contenido que puede ver en el año 2018 que en los
años 30s. Esto se debe a que el público ha ido tomando conciencia sobre las distintas realidades globales o un poco más específicas, como en naciones u localidades.
Cabe resaltar que esta sociedad ha sido machista y, hasta el día de hoy, sigue presente en ciertas partes del mundo, al igual que el racismo y el clasismo. Pero hoy en día éstos hechos discriminatorios ya no se ven como comunes, si no como tales, hechos discriminatorios que atentan contra los derechos de los humanos.
Fabrizio Orbegoso
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